Testimonio sobre Miguel Adame
¿Quién es Miguel Adame?
Un profesionista con un empleo de tiempo completo. Un esposo. Un
padre de familia amoroso. Un padre tan amoroso que por amor a su hija
se lanzó a una cruzada por los niños y niñas en todo el mundo de
habla hispana. No sólo por ellos, sino también por los adolescentes
y adultos lastimados por la peor de las traiciones: el Abuso Sexual
Infantil.
La peor pesadilla de un
padre se hizo realidad en la vida de la familia de Miguel Adame y fue
a partir de entonces, hace más de 5 años, que Miguel inició una
lucha por romper el silencio que protege el terrible flagelo del
Abuso Sexual Infantil.
Cuando las puertas de las
casas se cierran, cuando las lucen se apagan, cuando todos los ruidos
se apagan; millones de niños y niñas en el mundo entero sufren en
silencio y totalmente solos el peor de los secretos. Callan porque
nadie escucha, nadie quiere escuchar. Millones de hombres y mujeres,
adultos, van apresurados por la vida, tratando de desempeñar las
actividades cotidianas con una pesada losa en sus espaldas cansadas.
Muchos de ellos no pueden más y simplemente se derrumban, se
abandonan, se pierden. Los otros, sobreviven. Nadie ve, nadie quiere
ver.
El abuso sexual infantil
es una realidad que despedaza almas, que mutila vidas. Las vidas de
los más vulnerables, de los más indefensos, de nuestros niños y
niñas. Es una realidad que la sociedad se niega a ver, que la
sociedad calla porque duele. Porque es más fácil mirar en otra
dirección. Porque nos confronta con nosotros mismos. Porque muchas
veces nos hace sentirnos rebasados, impotentes. Las estadísticas son
avasalladoras, más de la mitad de las mujeres y cerca de la mitad de
los hombres han sufrido abuso sexual infantil.
En el silencio y en la
soledad de un secreto no es posible hacer frente a este crimen. Pero
este crimen sucumbe ante la voz, ante la denuncia. Sólo al hablar de
este flagelo es que podemos combatirlo. Sólo al hablar de esta
realidad es que los sobrevivientes empiezan a sanar y a recuperar la
plenitud de sus vidas. Al hablar libremente del abuso sexual infantil
reconocemos que es un hecho y es sólo entonces cuando podemos
prevenirlo.
Los niños y niñas
informados tienen más posibilidades de hablar cuando están siendo
acosados, abusados. Los padres, tutores, maestros y todos los que de
alguna manera tenemos a nuestro cuidado a niños y niñas somos
capaces de reconocer el abuso y tenemos herramientas para proteger a
los menores. Los hombres y mujeres responsables de crear las leyes e
impartir justicia pueden combatir este delito sólo cuando están
plenamente conscientes que ocurre y de sus efectos de largo plazo.
Los adultos que sufren estos efectos de largo plazo en silencio y en
soledad empiezan a reconocer el daño que han sufrido y buscan
canales de apoyo para sanar su dolor y recuperar sus vidas cuando se
saben escuchados, creídos, comprendidos.
Hasta hace poco más de 5
años, este delito seguía perpetrándose en silencio mientras la
sociedad entera miraba en otra dirección. Hasta que Miguel Adame
decidió romper el silencio y empezó el cambio. Un cambio gradual y
nada fácil, que ha dado frutos inmensos. Desde entonces miles de
personas empezamos a seguir a Miguel y a apoyarlo en esta cruzada.
Muchos de nosotros queríamos hacer algo pero no sabíamos por dónde
empezar. Muchos necesitaban ayuda y no sabían a quién recurrir.
Simplemente no había información, no comprendían lo que les
pasaba. Muchos más eran testigos impotentes de esta realidad y
querían proteger a sus propios hijos, a sus estudiantes, a los niños
y niñas de su entorno y se topaban con un muro de silencio
infranqueable.
Miguel nos iluminó a
todos nosotros el camino. Se convirtió en nuestro guía. Tendió la
mano a aquellos que nunca habían sido tomados de la mano. Y desde
entonces ha servido de puente para unir a sobrevivientes, terapeutas,
padres y madres de familia, maestros y tutores, adolescentes,
legisladores y miembros de la sociedad comprometidos con esta causa;
no sólo en México, sino en el mundo de habla hispana.
En los cerca de 3 años
que he tenido la fortuna de colaborar con Miguel he admirado su tesón
para seguir luchando por los niños y niñas, por prevenir este
delito, por crear consciencia en los padres y madres de familia, por
informar a todos aquellos responsables del cuidado y educación de
los niños y niñas, por la creación y aplicación de leyes que
protejan a las víctimas, por combatir la doble victimización que a
menudo ocurre en medio de los procesos legales.
Miguel ha dedicado todo
su tiempo libre, su corazón y su espíritu a esta causa. Y sin temor
a exagerar puedo asegurar que ha salvado vidas y ha dado esperanza a
miles de personas. La mayor retribución que Miguel ha cosechado no
se mide con nada ni se explica con palabras, es el amor de miles de
personas.
C D .
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